Los Susurros de Doña Blanca: Un Homenaje a las que Callaron
- Nuria S.
- 4 mar
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 6 mar
Me encantan los castillos y sus leyendas. Por eso en el Club de Solteros me apetece que juntos descubramos retazos de la historia...Porque cada piedra tiene algo que contar, cada ruina guarda un secreto y cada susurro del viento nos habla de lo que fue y de lo que pudo ser. No estamos aquí solo para recorrer caminos, sino para viajar en el tiempo, para tocar con la imaginación lo que otros vivieron y sentir que la historia no es algo muerto, sino algo que sigue latiendo bajo nuestros pies.
Algunas historias no fueron contadas como se merecían. Otras fueron directamente enterradas bajo el polvo del tiempo. Pero hay algo que ni los siglos ni el olvido pueden silenciar: la verdad. Y el sábado 22 de marzo, mientras recorramos el Yacimiento de Doña Blanca, vamos a escuchar esos susurros que aún resuenan entre las piedras.
Doña Blanca de Borbón fue reina, pero sin reino. La casaron sin preguntarle, la encerraron sin razón y la olvidaron sin remordimientos. Todo porque a alguien no le convenía que tuviera voz, que decidiera por sí misma. ¿Te suena? Es el viejo truco de la historia: cuando una mujer molesta, la callan.
Doña Blanca de Borbón nació en 1339 y murió en 1361, a los 22 años. Su muerte sigue envuelta en misterio, pero la versión más extendida es que fue asesinada por orden de su marido, Pedro I de Castilla, quien la había repudiado y mantenido prisionera durante años.
Algunas fuentes dicen que fue estrangulada en el castillo de Medina Sidonia, aunque otras teorías apuntan a que pudo morir en Jerez o en alguna otra fortaleza andaluza. Lo que está claro es que su vida fue una tragedia: casada a la fuerza, rechazada, encarcelada y finalmente eliminada como si fuera un estorbo en los juegos de poder de la época.
Su historia es el reflejo de tantas mujeres que fueron silenciadas y usadas como meros peones.
Todavía no está claro El llamado Castillo de Doña Blanca, situado en el término municipal de El Puerto de Santa María, cerca del Yacimiento Arqueológico de Doña Blanca, no tiene una vinculación histórica comprobada con Doña Blanca de Borbón. De hecho, la relación entre ella y este castillo es más legendaria que documentada.

¿Por qué se llama Castillo de Doña Blanca?
El nombre del castillo proviene de una tradición local que asoció a Doña Blanca de Borbón con la zona, pero no hay pruebas de que realmente estuviera allí prisionera. Se cree que el nombre se popularizó por una noble que también se llamaba Doña Blanca y que también fue prisionera: una mezcla de mitos, historias orales y el deseo de conectar lugares históricos con personajes trágicos del pasado.
¿Entonces dónde estuvo prisionera realmente?
Las fuentes más fiables indican que Doña Blanca estuvo encerrada en varias fortalezas a lo largo de su cautiverio. Algunos de los lugares más mencionados en los documentos históricos son:
El Alcázar de Jerez
El Castillo de Sigüenza (Guadalajara)
El Castillo de Medina Sidonia, donde habría sido finalmente asesinada en 1361.
El castillo del Puerto de Santa María probablemente recibió su nombre mucho después de la muerte de Doña Blanca, ya sea por la tradición oral o por su cercanía al yacimiento arqueológico que lleva el mismo nombre.
¿Y el yacimiento de Doña Blanca?
El yacimiento arqueológico de Doña Blanca es un asentamiento fenicio con restos que datan de entre los siglos VIII y III a.C., es decir, más de 1.500 años antes de que Doña Blanca naciera. Su nombre tampoco tiene relación directa con ella, sino que fue adoptado por el mismo motivo que el castillo: una atribución legendaria.
El Castillo de Doña Blanca en el Puerto de Santa María no fue una de las prisiones de Doña Blanca de Borbón, pero su historia quedó ligada a este lugar por la tradición popular. La leyenda superó a la realidad, y hoy su nombre evoca a una mujer que, aunque nunca estuvo allí, sigue siendo símbolo de una historia de injusticia y olvido.
En la visita del 22 de marzo que realizaremos con el Club de Solteros Molones al Castillo y yacimiento de Doña Blanca le haremos un homenaje más que merecido. ¡Que su historia resuene como nunca!
Caminaremos por donde ella estuvo, con la libertad que a ella le negaron, con la risa suelta y sin miedo a ser los dueños de nuestra vida. Y no solo recordamos a las mujeres que gritaron su lucha, sino también a las que no pudieron hacerlo. A las que vivieron con la boca cerrada, pero con la historia bien viva en los ojos.
Así que cuando el viento roce las piedras, cuando el sol ilumine las ruinas, piensa que no es solo el aire ni la historia antigua. Son los susurros de Doña Blanca, recordándonos que estamos aquí para vivir a lo grande, sin excusas ni cadenas.

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