Navidades Imperfectas… y quizás también la tuya.
- Nuria S.

- hace 1 día
- 3 Min. de lectura
Actualizado: hace 27 minutos
Porque no todo el mundo llega a diciembre con el corazón en calma… y está
bien decirlo.

Diciembre trae luces, villancicos y ganas de celebrar, sí… pero también trae silencios, ausencias y emociones que a veces pesan más de la cuenta. No todo el mundo vive la Navidad con una mesa llena, una familia perfecta o la vida “ordenada”. Hay historias que no salen en las postales, sentimientos que nadie ve y realidades que muchos prefieren callar.
Este post es para esa otra Navidad. La de quienes llegan como pueden, con sus heridas, sus dudas, sus miedos y, aun así, con un poquito de esperanza escondida.
Si esta vez diciembre te toca de cerca… aquí tienes un sitio donde respirar.
Navidades imperfectas: la vida real también merece brindis
Diciembre llega siempre con esa mezcla rara: luces por fuera, tormenta por dentro. Y aunque las redes sociales nos vendan la Navidad perfecta —familias unidas, mesas llenas, pareja abrazándose frente al árbol— la realidad de muchos es muy distinta. Y también es válida. Y también merece brindis.
La verdad es que estas fechas remueven.
Remueven a quien se ha separado hace poco.
A quien tiene a la familia lejos.
A quien perdió a alguien y todavía le late el hueco.
A quien vive solo y no siempre lo lleva bien.
A quien, simplemente, no sabe dónde colocar tanta emoción y tan poco abrazo.
Y ojo a esto, porque no son sensaciones aisladas:
📌 1 de cada 4 personas en España reconoce sentirse sola en Navidad (según encuestas del CIS y estudios de observatorios de soledad).
📌 Más del 30% de los mayores de 45 no celebra Nochebuena con familia directa (datos publicados por el INE y entidades sociales).
📌 El 40% afirma que diciembre es el mes que más ansiedad emocional le provoca (según informes recientes sobre salud emocional en España).
No son números fríos. Son vidas reales. Son personas como tú y como yo. Yo también formaba parte de esas estadísticas. Hace 3 años pasé toda la Nochevieja llorando delante del televisor. Las uvas me las tomé mezclando mocos, lágrimas y champán. Y me dije, nunca más. Y ahora cuando llegan las fiestas... me vengo arriba y me invento aventuras jajajja.
Y si tú estás ahí, sintiéndote un poco fuera de lugar… tranquila, tranquilo: no eres la excepción, eres humano.
La buena noticia —porque la hay— es que la Navidad imperfecta también puede ser un punto de inflexión.
Un parón.
Un “vale, esto duele, pero también puede ser un comienzo”.
Porque a veces lo que más necesitamos no es ruido, sino espacios seguros.
Personas que escuchen.
Planes que te recuerden que todavía tienes ganas.
Sitios donde no hace falta fingir nada.
La vida no siempre sigue el guion, pero las escenas improvisadas suelen ser las que más verdad tienen.
Este año, date permiso para hacer las paces contigo.
Para crear tus propias tradiciones.
Para dejar de esperar “lo ideal” y abrazar “lo real”.
Para buscar compañía de la buena, de la que suma.
Para recordar que estar solo un rato no es fracasar.
Fracasar es rendirse. Y tú no te rindes.
Y si 2025 te pilló revuelto, que el 2026 te encuentre más libre, más ligero y con más ganas de vivirte.
No perfecto. Pero sí valiente.
Y, sobre todo, acompañado de gente que te mira con los ojos limpios y el corazón despierto.
Brindemos por eso:
Por las Navidades imperfectas.
Por la gente que resiste.
Por los que empiezan de cero.
Y por los que, aun con miedo, siguen diciendo “voy”.



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